Señor Jesús, en este día de la semana, quiero agradecerte por cada amanecer que me das, por el don de la vida y por cada respiro que me permite seguir adelante. Mi corazón está lleno de gratitud por Tu presencia constante y Tu misericordia infinita.

Hoy te pido que me ayudes a vivir en paz, no solo conmigo mismo, sino también con los demás. Que en cada encuentro, en cada palabra, pueda reflejar Tu amor y Tu bondad. Te ruego que me concedas la gracia de la paciencia, de saber escuchar con atención y de no dejarme llevar por los impulsos del corazón cuando me enfrente a situaciones difíciles.

Ayúdame a ser un instrumento de Tu paz, a perdonar con generosidad y a amar incluso a aquellos que me han causado dolor. En cada momento, quiero ser consciente de Tu presencia y actuar de acuerdo a Tu voluntad, para que todo lo que haga sea para Tu gloria.

Te entrego mis preocupaciones, mis ansiedades y mis miedos, confiando plenamente en que Tú cuidas de mí.

Amén.

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